miércoles, 27 de febrero de 2008

Un western postmoderno…“Sin lugar para los débiles”

Ya quedaron atrás las épocas en que los vaqueros eran tipos bragados que montaban a pelo sus caballos. También quedaron atrás el rescate de damas exóticas y los imprescindibles tomas de entrada a las cantinas dejando mecer las puertas.

Los hermanos Cohen han reelaborado estas películas, para traernos una suerte de western postmoderno donde las carabinas son sustituidas por pistolas de aire y los caballos por trocas .


La historia, a riesgo de parecer demasiado sintético es simple. Llewelyn Moss, mientras caza venados, se topa con varios hombres muertos y vehículos abandonados. Esto solo es el resultado de un enfrentamiento entre narcotraficantes (para variar mexicanos). En una de las “trocas” hay un cargamento de droga y un poco mas adelante una maleta con ¡Dos millones de dólares!!!. Evidentemente, Moss decide huir con el dinero, mientras lo sigue Anthon Chigurh, un psicópata (Javier Bardem) que aunque Ud. no lo crean, viaja con una pistola de aire comprimido, de esas que se usan para matar ganado. Y tras los pasos de ambos el infaltable sheriff Bell ( Tomy Lee Jhones) que pese a su edad y su desencanto por la impartición de justicia, tratara de atraparlos.

Y digo que es un western postmoderno porque el look hecho a Javier Bardem dista mucho de ser el del tipo rudo. Su peinado estilo “Cristóbal Colon” y el hecho de portar una pistola de aire comprimido para efectuar sus crímenes no es algo que este en el esteriotipo de los referidos westerns.

Como buen psicópata, Bardem recrea un personaje de pocas palabras, dispuesto a asesinar a cualquiera que se le ponga enfrente. No es capaz de entrar a una farmacia a comprar unas vendas, sino que tiene que hacer explotar un auto para poder robar la morfina y vendas que le permitirán sanar sus heridas del duelo. Es frío, calculador y despiadado y terminara de la manera mas irónica posible.

No obstante, la película funciona como un autentico thriller, sobre todo en el momento del enfrentamiento entre Moss y Chigurh, donde se crea una autentica tensión, así como en los retorcidos códigos de comportamiento que el psicópata tiene cuando se presenta a matar a Carla Jean, porque “debe cumplir su palabra”.

Estamos ante un western frió, irónico, cruel, distante y sobre todo nostálgico donde no hay lugar para medrosos ni timoratos. Aquí si hay hombres de verdad ¡¡Que caray!! Y no es una cuestión de fuerte-débil sino es un profundo planteamiento sobre códigos de conducta, de ética y de honor encarnados en el Sheriff Bell que parecen tender a desaparecer.

Por cierto, para variar la traducción del titulo dista mucho del original. “No country for old men” no implica que los viejos sean débiles, cosa que en el titulo en México hace pensar que el Sheriff Bell es un débil, cuando en realidad encarna a una persona con principios morales y éticos muy arraigados.